Uno de los artículos de mi obra "Secretos desde mi Tocador", habla precisamente de la importancia de una buena sonrisa todo el tiempo, en tu rostro. No importa la situación por la que estés atravesando, una sonrisa que demuestre afecto, solidaridad y simpatía te ayudan a imprimir en tu vida un toque de clase y de elegancia.
Una sonrisa placentera y suave, es la clave para abrir puertas hacia el éxito. Tu dentadura debe estar brillante, limpia y blanca. Utiliza enjuagadores bucales e hilo dental, para que simultáneamente mantengas un buena higiene y un agradable aliento, que muchas veces, afecta grandemente a las personas en cualquier relación de pareja o profesional. Y créanme, eso es verdad! Nada más incómodo y desagradable, que conversar con una persona que tenga mal aliento. Es como una bofetada directa al hígado.
Quién a pesar de sus conflictos, es capaz de sonreír, también será capaz de comprender. El sonreir genuinamente, nos permite un mayor acercamiento de personas en nuestro entorno laboral, social y familiar. Permite una postura placentera, acogedora y afectuosa.
La capacidad de sonreir cuando alguien se nos acerca, no significa que podemos dejar de atender a cualquier otro que esté cerca. Todo lo contrario, la sonrisa tiene un márgen de amplitud tan abarcador, que todos giran y comentan entre sí: "que mujer tan simpática y carismática, u hombre". Es la medicina clásicamente más barata, agradable y eficáz para una larga vida en felicidad y crecimiento personal.
Hace años, escuchaba una conferencia, en donde se mencionaba que para formar los pliegues del mal humor, hacen falta setenta y siete (77) músculos; en cambio, para sonreir, tan solo hacen falta trece (13). ! No pongamos a trabajar a tantos músculos, para una mueca o mala cara!
Es más placentero ganar amigos y adeptos y una belleza estética facial con solamente 13 músculitos.
Me parece genial que por tan poco, obtengamos tanto. No les parece? Y a pesar de que los supersticiosos se la pasan pregonando que el número 13 es de mala suerte, podría asegurarles que ellos tampoco saben sonreir.
Dorilinda
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