
En el mundo no hay más que un templo,
y ese templo es el cuerpo humano.
Nada hay más sagrado
que esa forma sublime
del ser humano.
Inclinarse ante un hombre o mujer
es rendir homenaje
a esta revelación de la carne.
Se toca el cielo
cuando se toca un cuerpo humano.
Friedrick Novalis
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